miércoles, 23 de enero de 2013

ATLETAS HEROICOS Y REALIDADES PARALELAS.

Acabo de colocar en el blog de Educación Física de la escuela una noticia que apareció en los medios hace unas semanas. Se trata del atleta Iván Fernández y de su acción heroica en el cross de Burlada: el atleta keniano que iba a ganar de calle se confundió de línea de meta y se paró antes de tiempo. El segundo, nuestro héroe Iván Fernández, no aprovechó la circunstancia para vencer a todo un medallista olímpico, sino que se colocó detrás de él y le empujó para que pasará victorioso la auténtica línea de meta. En general le han tildado de estúpido. Incluso Martín Fiz, su entrenador. Él afirmó sentirse contento por la acción, preferir ser segundo y honrado a ganar sin merecerlo. En el tiempo que vivimos, este comportamiento resulta tan extraño como memorable. De hecho, creo que Iván Fernández debería convertirse en presidente del gobierno nacional de forma automática. O en banquero. Quizá debería prestar su esperma para crear una nueva estirpe de políticos más agradables de ver y escuchar. Y podríamos exportarlos a lugares donde los necesitaran, como Japón.

Cada día tengo más presente la sensación de estar transmitiendo a los niños valores e ideas que no existen en la realidad, o que existen pero no se usan. Me parece que el desfase entre lo que hay dentro de la escuela  y lo que ocurre afuera crece cada instante. ¿Es verdad que el esfuerzo, la honradez, el diálogo, la resolución pacífica de conflictos, el respeto a los demás, ..., les servirá para algo en la vida o tan sólo es un cuento chino que hoy a las doce y cuarto me tocaba representar dentro de una realidad ficticia? A las doce y cuarto realmente estábamos en un círculo hablando sobre el valor y la necesidad de la venganza, sobre hacer un problema más grande o resolverlo, sobre encontrar satisfacción en el sufrimiento de los demás. Tampoco tengo claro que les haya contado algo cierto y, mucho menos, útil. Recuerdo que mi padre expresaba su intento de protegerme pidiéndome que si alguien me hacía daño tratará de devolvérselo cuanto antes. Yo ya no diré esto a un hipotético hijo. Me pregunto que dirán estos niños a sus descendientes dentro de treinta años.

Qué divertida sería una escuela que preparara de verdad a los niños para lo que desde el escenario parece que es la vida real. ¿O ya lo hace y no me doy cuenta?