miércoles, 30 de enero de 2013

SIEMPRE FALTAN ALGUNOS INGREDIENTES.


Despacico, despacico, despacico. La ciudad corre rápido y resulta que yo cada vez camino más despacio. Ya conocen la extraña naturaleza del tiempo en la ciudad que da lugar a una vida que cunde la mitad que la ruralizada. Por eso el blog está tan flaco. Una faceta esencial de la vida como la lectura está aún más descuidada, lo que resulta extremadamente grave y preocupante. Por otra parte, el blog escolar que desde hace años me ha acompañado por mis variadas escuelas ha tomado una dimensión especial este curso. Por una parte, la escuela no tiene Internet, así que lo propuse como una vía de comunicación con los niños desde sus casa y también como un medio de compartir actividades y reflexiones con las familias de los niños; por otra parte, dado el tamaño colosal del centro y la cantidad de niños con los que trabajo, el blog mantiene un latido intenso, dando muestras de vida que no había sentido hasta la fecha. Más aún, como no puedo dar otra cosa que educación Física, y en clases de ritmo industrial febril, el blog escolar me permite mostrar a los niños, o al menos intentar compartir con ellos, algunas noticias, ideas, bromas, …, que en otros cursos habría compartido con los alumnos cualquier día en el aula. El caso es que buena parte de las letras que me salen de las tripas van para ese barrio cibernético. Para que haya constancia en este lugar, quede aquí su dirección: http://efenagustina.blogspot.com.es/

Hace escasos días, en los asuntos mafiosos y corruptos de esa jornada (aparecen y caducan enseguida ante la llegada de nuevos chanchullos que reclaman primera fila, que exigen debates y tertulias y que pronto se agotan también), pudimos leer que una señora cobraba unos veinticinco céntimos por cada carácter impreso en sus artículos de opinión, con espacios incluidos. Todo ello dentro de una fundación política, con dinero público implicado, etc. Lo medité unos segundos y pronto consideré que algo escribiría en el blog sobre el asunto. Llegado este momento, no sé bien qué escribir sobre ello. Tenía intención de satirizar sobre el tema, pues se presta con facilidad, pero resulta que llevo escribiendo sobre temas variados toda la tarde y no me sale ahora la función cómica. En todo caso, parece desmedido que una eme cualquiera se cotice de semejante modo. Una jota, veinticinco céntimos, una pe, otros tantos, incluso si se atrevía con una uve doble, veincitinco al canto. Un espacio si había mucha letra junta, veinticinco también. Daría media alma por conocer el calibre de unas ideas que se materializan con semejante rentabilidad. Y qué jodido resulta juntar cincuenta euros para otros. Serán sus ideas más oscuras, digo yo.

Hace unos instantes he concluido una carta que mañana mismo viajará hasta la casa de una querida alumna ansotana. Le he escrito, se puede decir que se ha escrito solo, que una escuela (quizá una vida) es como una gran receta y que es tan corta que acertar con los ingredientes es harto difícil. Lo ha garabateado el bolígrafo, me he quedado observándolo y me ha parecido acertado, una buena imagen, así que lo he dejado como si hubiera sido idea mía.

Que tengan una buena semana.

miércoles, 23 de enero de 2013

ATLETAS HEROICOS Y REALIDADES PARALELAS.

Acabo de colocar en el blog de Educación Física de la escuela una noticia que apareció en los medios hace unas semanas. Se trata del atleta Iván Fernández y de su acción heroica en el cross de Burlada: el atleta keniano que iba a ganar de calle se confundió de línea de meta y se paró antes de tiempo. El segundo, nuestro héroe Iván Fernández, no aprovechó la circunstancia para vencer a todo un medallista olímpico, sino que se colocó detrás de él y le empujó para que pasará victorioso la auténtica línea de meta. En general le han tildado de estúpido. Incluso Martín Fiz, su entrenador. Él afirmó sentirse contento por la acción, preferir ser segundo y honrado a ganar sin merecerlo. En el tiempo que vivimos, este comportamiento resulta tan extraño como memorable. De hecho, creo que Iván Fernández debería convertirse en presidente del gobierno nacional de forma automática. O en banquero. Quizá debería prestar su esperma para crear una nueva estirpe de políticos más agradables de ver y escuchar. Y podríamos exportarlos a lugares donde los necesitaran, como Japón.

Cada día tengo más presente la sensación de estar transmitiendo a los niños valores e ideas que no existen en la realidad, o que existen pero no se usan. Me parece que el desfase entre lo que hay dentro de la escuela  y lo que ocurre afuera crece cada instante. ¿Es verdad que el esfuerzo, la honradez, el diálogo, la resolución pacífica de conflictos, el respeto a los demás, ..., les servirá para algo en la vida o tan sólo es un cuento chino que hoy a las doce y cuarto me tocaba representar dentro de una realidad ficticia? A las doce y cuarto realmente estábamos en un círculo hablando sobre el valor y la necesidad de la venganza, sobre hacer un problema más grande o resolverlo, sobre encontrar satisfacción en el sufrimiento de los demás. Tampoco tengo claro que les haya contado algo cierto y, mucho menos, útil. Recuerdo que mi padre expresaba su intento de protegerme pidiéndome que si alguien me hacía daño tratará de devolvérselo cuanto antes. Yo ya no diré esto a un hipotético hijo. Me pregunto que dirán estos niños a sus descendientes dentro de treinta años.

Qué divertida sería una escuela que preparara de verdad a los niños para lo que desde el escenario parece que es la vida real. ¿O ya lo hace y no me doy cuenta?

lunes, 14 de enero de 2013

ESCRITURA DESPISTADA Y HUECA.


 Pueblos olvidados y memorias abandonadas

El dos mil trece ya va casi por la mitad y algunos andamos tremendamente despistados. No tengo demasiadas palabras que compartir, hay un vacío sideral en las entrañas cerebrales.

Nunca había pasado un período de enfermedad de cierta relevancia durante el curso. Al problema médico se une el escolar, pues resulta difícil mantener la constancia en el trabajo, la concentración, y finalmente las clases se acaban resintiendo de una forma u otra. Que las sesiones salgan bien o mal dependen en buena medida de las emociones que se van generando durante las mismas, por lo que resulta muy importante andar con la cabeza equilibrada y animada delante de los niños. Este hecho se aprende y se sufre con viveza cuando se trabaja en Educación Especial. O quizá lo anterior sea un fallo personal, y las clases deberían ser totalmente ajenas, o al menos en la mayor medida posible, a los estados anímicos del personal.

Por otro lado, hay un aspecto muy favorable: es muy fácil llegar a la escuela con la cabeza llena de preocupaciones y pensamientos que se cruzan a endemoniada velocidad por sus circuitos neuronales correspondientes y, en unos pocos segundos, nada más estar rodeado de veinte niños que gritan, ríen y saltan, olvidarte y sentirte simplemente contento de estar allí. La pasada semana, la noche anterior al comienzo de las clases tras el descanso navideño tardé mucho en dormir. Estaba nervioso, no sabía si seguiría sabiendo ser maestro o algún derivado parecido y aceptable. Al llegar la mañana y pasar las dos primeras clases pude decir a los niños que había echado mucho de menos estar con ellos y que me alegraba de volver a estar allí.

Y estas son las palabras que surgen instantes antes de ir a dormir. En otro momento hubiera escrito un poco más sobre la siniestra y oscura mano de la administración y los cargos con poder para imponer en la escuela un modelo carente de sentido y bochornoso, pues cada día vivimos situaciones de surrealismo aumentado. Pero es tan aburrido y tiene tan mal remedio.